Vi a Vera Jarw esperando el autobús, y me encantan las mujeres rubias, así que me acerqué a ella y le di conversación. Vera era una turista rusa que visitaba Praga por su cuenta, y se veía muy bien, así que le pregunté si me dejaría pagarle por ver sus tetas. Eran más grandes de lo que pensaba, y naturales, y me excitaba. Le pedí a Vera que me mostrara su trasero por algo más de dinero, y por 300 euros, ella accedió a darme una mamada. Nos dirigimos a un paso subterráneo cercano, y ella se inclinó hacia mí. Admiraba su lindo trasero, luego desplace sus bragas a un lado y me la follé al estilo perrito. Cuando se corrió, se dio la vuelta y me saco todo mi semen caliente para un tratamiento facial.