Mi Madrastra Kiki Daire me llamó a la sala de estar para que viese como se probaba algunos conjuntos de bragas y sujetador nuevos. Ella quería mi opinión, pero era difícil concentrarse en la ropa interior porque mi mente estaba acelerada, pensando en volver a meter mi pene en su cálida boca. No tuve mucho tiempo para pensar porque, en un abrir y cerrar de ojos, se había quitado el sujetador y se estaba frotando las grandes tetas. ¿Y no sabía que mi madrastra tenía un tatuaje? Justo sobre su gran coño rasurado, hay un pequeño corazón rojo con algos escrito en él. Estaba un poco distraído, pero estoy bastante seguro de que dijo si arrepentimientos. Hombre, mi madrastra es la mejor...